Los mixtecos de la época prehispánica tuvieron una religión animista.
De acuerdo con la información que se ha obtenido de los documentos
pictográficos producidos por este pueblo, la proveniente de fuentes
históricas coloniales y del análisis de la evidencia arqueológica, se
puede decir que comparte con otras religiones mesoamericanas algunos
rasgos muy característicos, entre ellos, la creencia en un principio dual primigenio que dio origen al mundo como se le conoce. Otro rasgo común entre la religión
mixteca y el resto de las religiones mesoamericanas es la creencia en
que el mundo ha sido creado y destruido en varias ocasiones. De acuerdo
con el Códice Vindobonensis, Uno Venado-Serpiente de Jaguar y Uno Venado-Serpiente de Puma crearon a los primeros seres del mundo, los ñuhu (AFI: [ɲuʔu]), que ayudaron a ordenarlo. Todos los seres de la primera creación fueron petrificados cuando el Sol —venerado en la Mixteca con los nombres de Yya Ndicahndíí y Taandoco— se elevó sobre el firmamento, aunque algunos de ellos se refugiaron en las cuevas y no perecieron. Los ñuhu
encarnaban a los elementos mismos de la naturaleza: el fuego, el
viento, el agua, la tierra, la vegetación, la fauna. Como se creía que
algunos de ellos se refugiaron en las cuevas para no ser petrificados,
uno de los elementos distintivos de la religión mixteca era el culto a
las montañas y en las cavernas. Algunas de ellas eran —y siguen siendo—
destino de peregrinaciones piadosas de los mixtecos, entre las más
conspicuas de estas galerías subterráneas se encuentran las grutas de Chalcatongo en la Mixteca Alta, donde se encontraba el santuario de Nueve Hierba, la diosa de la muerte de los mixtecos.
El dios tutelar de los mixtecos fue Dzahui —literalmente Lluvia56
—, divinidad de la lluvia y del agua celeste. Tan importante fue el
culto a la lluvia para los mixtecos que su nombre nativo los califica
como el pueblo de la lluvia, es decir, el pueblo elegido por Dzahui.
Comparte muchos atributos con el Tláloc del centro de Mesoamérica, venerado por los teotihuacanos, toltecas y mexicas
y que aparece en numerosas vasijas-efigie encontradas especialmente en
la Mixteca Alta. El culto de Dzahui en la mixteca es antiquísimo, su
aparición se remonta al final de Preclásico Tardío, es decir, entre los
siglos V a. C. y II d. C.
Por otra parte, en la Mixteca Baja, la sociedad ñuiñe se caracterizó por el culto al dios viejo del fuego, Huehuetéotl,
venerado desde tiempos antiquísimos en toda el área mesoamericana. Se
ha especulado con la posibilidad de que el culto a Huehuetéotl haya sido
uno de los primeros en tomar forma en Mesoamérica, puesto que sus
representaciones se han encontrado en poblaciones tan antiguas como Cuicuilco hasta las grandes urbes del Posclásico como la propia Tenochtitlan.57 El culto al fuego en la Mixteca Baja también se refleja en la toponimia de la región: Ñuiñe, que es el topónimo mixteco de la zona, y que quiere decir Tierra caliente.
Las representaciones ñuiñe de la divinidad del fuego comparten con
otras representaciones mesoamericanas de la misma divinidad varios
atributos. Se representa como un anciano en posición sedente, que carga
sobre la cabeza un gran brasero. En algunas efigies obtenidas en Cerro de las Minas, el dios mixteco del fuego aparece sosteniendo entre las manos sahumadores o vasijas especiales para encender tabaco.
En la Mixteca Baja, el culto al fuego convivió con el culto a la lluvia
durante el período de florecimiento del estilo Ñuiñe (siglos
III-VII d. C.); el declive de esta sociedad implicó también el ocaso del
culto al fuego en la Mixteca Baja, como indica el menor número de
representaciones de esta divinidad en la región.
El sacrificio humano entre los mixtecos fue una práctica ritual de bastante antigüedad. En la zona arqueológica de Huamelulpan se han encontrado los restos de algunos cráneos que debieron formar parte de un tzompantli.58 Los rituales más importantes de la vida de las sociedades prehispánicas de la Mixteca incluían sacrificios
de animales o de seres humanos, como demuestran varios acontecimientos
importantes en las crónicas sobre el pasado precolombino de los
mixtecos. Un caso particular es el sacrificio de los descendientes de
los señores de Bulto de Xipe y Jaltepec, sacrificados por orden de Ocho
Venado mediante sacrificio gladiatorio y flechamiento ritual. Ambas
formas de sacrificio humano estaban relacionadas con el culto a Xipe Tótec, el dios de la fertilidad y patrono del linaje reinante en Lugar del Bulto de Xipe.
Como el resto de la sociedad mixteca, los religiosos también
mantenían una estructura jerárquica bastante estable. Los sumos
sacerdotes del culto a una divinidad eran denominados yaha yahui (águila-serpiente de fuego)59 De acuerdo con las creencias de los mixtecos, los yaha yahui poseían la capacidad de transmutar en animales y eran temidos por el poder que poseían sobre el mundo de lo sobrenatural.
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